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Poca Policia, Mucha Diversion En El Freedom Rally

 

 

El parque urbano más antiguo de EEUU, el Boston Common, donde los bostonianos criaron vacas y ahorcaron brujas y cuáqueros durante un par de siglos, quedó envuelto en un acogedor humo libertario durante el tercer fin de semana de septiembre de 2018, cuando se celebró la edición 29 del Freedom Rally de MassCann.

 

La misión de la Coalición para la Reforma del Cannabis de Massachusetts (MassCann), entidad estatal afiliada a la Organización Nacional para la Reforma de las Leyes de la Marihuana (NORML, en inglés), es “educar al público sobre el potencial del cannabis como recurso ecológico, medicina y sustancia recreacional, y conseguir un consenso para una política pública más moral y racional sobre todos los usos relacionados con la planta.”

 

MassCann organiza cada septiembre desde 1989 esta actividad que se ha convertido en la segunda concentración de marihuaneros más importante de EEUU, después del Festival del Cáñamo de Seattle (Seattle Hempfest).

 

Una treintena de bandas de música en dos escenarios y cientos de reconocidos conferentiantes y expositores de interés, se presentaban en el parque de Downtown Boston, pero cuando llegué el sábado a media tarde al Common, en el centro más histórico de la ciudad, a mí lo que más me interesaba era si podría comprar algo de yerba para fumar.

 

La organización del Rally aclaraba en su página web que la Ciudad de Boston prohíbe fumar “lo que sea” en sus parques, aunque la tenencia de hasta una honza de marihuana es legal en Massachusetts. “Por favor, no vengan al Rally buscando comprar o vender marihuana,” insistían.

 

“MassCann se opone a la venta de marihuana en nuestros eventos, y si uno de nosotros ve a alguien vendiendo, lo reportaremos a las autoridades. Aunque no puedes ser arrestado por posesión con menos de una honza, puedes ser arrestado por posesión con intención de distribuir, incluso si tienes menos de una honza,” amenazaban en la lista de recomendaciones para asistir a la concentración.

 

 

Pero cuando yo llegué al Common me sentí saltando por las nubes del paraíso y la realidad hizo baladí cualquier recomendación. Gracias por la información, pero yo necesito fumar.

 

Como una pandemia de mandrágoras de los históricos ahorcados, bajo los árboles, cubriendo las colinas y las explanadas del Common, como una manta cannábica sobre la yerba del parque, miles de jóvenes y adultos fumaban marihuana en porros, pinchos, vaporizadores, pipas y toda clase de parafernalia.

 

Supongo que habría policías encubiertos vestidos de paisano, pero yo no sospeché de nadie y nadie me hizo sopechar. Todo eran caras felices sinceras. No vi un uniforme de Policía o algo que se le pareciera ni el sábado ni el domingo ni en el parque ni en los alrededores. Y todo el mundo se mostraba feliz. No presencié ni una pelea, ni un mal gesto, ni vi una cara larga.

 

Ante la virtual ausencia de autoridades identificadas, conforme fue pasando el sábado, eran más los expositores, además de los vendedores indocumentados, que vendían sus muestras a las claras y sin preocupación. A las últimas horas del domingo, raro era el mostrador donde no se pudiera comprar un “tueny ($20).” más barato de lo usual. Habitualmente, en las calles de Boston se consigue el gramo de marihuana por 20 dólares. Por ese dinero, en el Rally, te daban dos gramos con pedigrí, a pesar de las recomendaciones de la organización.

 

Nunca había visto tal cantidad de personas desinhibidas mostrando sin temores que estaban fumando porros en EEUU. La organización, a pesar de tratar de desanimar la compra venta, celebraba que por primera vez, a quién arrestaron fumando, podría ser considerado como un manifestante en desobediencia civil.

 

“Por primera vez en la historia,  la gente que fume marihuana en el Boston Common durante el Freedom Rally estará cometiendo un acto legítimo de desobediencia civil, y sus acciones no serán consideradas como criminales,” explicaba la organización.

 

¿Pero qué está pasando con la marihuana?

 

El Freedom Rally es el barómetro perfecto para estimar la situación legal del cannabis en Massachusetts. Los últimos años han sido testigos de gran cantidad de cambios en las leyes sobre la marihuana. Cuando se celebró el año pasado la edición 28 del Rally, todavía no se había constituido oficialmente la Comisión de Control del Cannabis (CCC), el organismo estatal que designado para especificar los detalles de la legalización del cannabis recreativo, según se votó en Massachusetts en las últimas elecciones presidenciales.

 

La CCC ha comenzado a regular el mercado, pero para los activistas, la mayoría de las decisiones que ha tomado la Comisión hasta ahora son totalmente absurdas, como señala Andy Gaus en Mass Grass, la publicación oficial del Rally editada por MassCann.

 

Por ejemplo, para hacer entregas de marihuana recreacional legalmente, se necesitan tres repartidores, dos en un vehículo blindado y otro que llame a la puerta sin llevar encima la mercancía. Una vez que el comprador ha demostrado su identidad, entonces el repartidor tiene que regresar al vehículo a recoger la marihuana. Las tiendas que vendan marihuana tienen que contratar dos sistemas de alarmas diferentes con dos empresas de seguridad distintas.

 

MassCann celebra que la CCC ha emitido permisos tentativos para un par de laboratorios de pruebas y granjas de cáñamo. Sin embargo, lamenta que la CCC está fallando al no limitar las “compensaciones financieras” que cada ciudad independiente va a cobrar por emitir licencias, certificados y permisos. Algunos ayuntamientos ya han celebrado elecciones asamblearias para prohibir cualquier tipo de actividad cannábica en el sus pueblos. Otros pueblos amenazan con exigir compensaciones exorbitantes.

 

También se le achaca a la comisión que no esté actuando para regular los sitios donde se podrá fumar legalmente. Como están las leyes en este momento, en cuanto se pueda comprar marihuana recreacional en Massachusetts (se supone que hubiera sido posible desde el pasado julio, pero todavía se están trabajando aspectos legales), no habrá donde fumarla legalmente para muchos porque no se ha regulado para legalizar lugares para fumar. Un turista, por ejemplo, va a poder comprar marihuana, pero no va a tener dónde fumarla legalmente.

 

El mercado de la marihuana tiene que ser cooperativo

 

La activista Maggie Kinsella, secretaria del Freedom Rally, explicó que “aunque no tenemos mucha presencia en los medios convencionales,” en el Rally había presencia de algunas grandes empresas junto a cooperativas y pequeños negocios familiares.

 

“El Rally se trata de traer a todo el mundo junto por sus experiencias con la marihuana porque es lo que esta planta puede hacer. El cooperativismo de la cultura del cannabis y la industria es lo que cambiará la opinión pública, pero las cooperativas, las marcas artesanales y las compañías que se preocupan por sus pacientes y consumidores sobrevivirán el intento de controlarlo todo por parte de la industria farmacéutica, los grandes intereses y la burocracia y las agencias a las que solo les importan los beneficios. MassCann/NORML es una coalición educativa y el Boston Freedom Rally es donde la gente puede aprender sobre cannabis, practicar la desobediencia civil e involucrarse.

 

Entre los cooperativistas está Patrick Elliot, cultivador y miembro de Farm Bug Coop en el estado de Massachusetts, quien defendió que está en el Rally “para dar la oportunidad a los que están empezando a interesarse por el mercado de cannabis, tanto recreacional como medicinal. Cultivamos en suelo vivo y con prácticas orgánicas en invernaderos a través de todo el estado. Cada cultivador tiene su propia marca. Comercializamos varios extractos, comestibles, flores. Esperando por la licencia de reparto. Una vez que regulen eso, esperamos que a principios del año próximo.”

 

Patrick explica que ahora se trata de superar el nivel local.

 

“Una vez que estén resueltos los asuntos a nivel local, podremos ir al estado y comenzar a solicitar ahí. Esperamos que a nivel estatal sea más fácil que a nivel local. Ha sido muy difícil tener que lidiar con cada ciudad individualmente. Cada ciudad es diferente y tiene diferente opinión sobre el negocio. En algunas ciudades no quieren las tiendas, otras no quieren que se cultive. Pero nos estamos asegurando que en esas ciudades se tomen esas decisiones con información y no con el fuerte miedo fruto de los últimos 70 años de propaganda anti cannabis.”

 

En este momento, integran la cooperativa unos 7 cultivadores y tres personas que trabajan en la organización. “Una vez que obtengamos la licencia estatal esperamos contar con asociados a los que ayudaremos en cultivo, manufactura, márketing… La mayor dificultad en este negocio es educar a la gente sobre de qué va esto realmente y de qué trata la regularización por encima de su estigma.

 

(Como cooperativa ) Queremos una oportunidad para estar en esta industria y es muy difícil hacerlo solo a nivel individual, sobretodo si no tienes dinero. En todos los negocios tienes que tener capital y un plan de negocio, pero cuando tienes a grandes compañías que van a acapararlo todo y te van a obligar a cultivar una cantidad, pero puede haber cultivadores que no quieran producir tanto. Están poniendo piedras en el camino.”

 

 

Nick Boss, de Boston Farmers, es un Bostoniano que aprendió a ser granjero en California, donde comenzó a trabajar en una granja haciendo lo que nadie quería hacer porque él estaba determinado a aprender a ser cultivador desesperadamente

 

Regresó al lugar oportuno en el momento justo, cuenta, cuando las leyes de cannabis medicinal se estaban aprobando.

 

“Fui uno de los cien primeros cultivadores de marihuana medicinal en Massachusetts bajo esa ley,” asegura.

 

Empezó a cultivar en su casa y su negocio ha ido creciendo desde allí, relata.

 

“Es un sueño. Proveemos directamente a los pacientes. Estamos en un momento de transición. Somos dinero independiente. No queremos que venga un inversor y meta su dinero de fuera y compre un tanto por ciento de nuestro negocio. No es eso lo que queremos. Toda la vida me había dicho que yo era un jodido perdedor cabeza de porro. Ahora ellos vienen y me preguntan cómo pueden entrar en el negocio.” Pero este es mi sueño.  Mi bebé. Yo lo empecé y lo voy a acabar.”

 

Nick subraya que “debe haber una oportunidad para que los pequeños negocios tengan éxito en el mercado de Massachusetts. Debe ser posible para mí tener una tienda con escaparate, que vengan los pacientes, pero aquí para obtener la licencia tienes que ser un millonario y yo no conozco ninguno. No le puedes cerrar la puerta a la gente que hizo este negocio, que hicimos la cultura.”

 

Pero creo que los que hicieron el gran negocio del Freedom Rally fueron los puestos de comida. No hay festival, ni gastronómico, donde se coma tanto como en un festival de marihuana.

 

El pasado fin de semana en el Common de Boston, las manos de todo el mundo siempre estuvieron ocupadas o agarrando un porro, una pipa o un vaporizador; un canto de pollo con papitas fritas, una salchicha o un donut.